Yagyu Tajima-no-kami era un gran maestro de la espada y enseñaba el arte al shogun Tokugawa Jyemitsu. Cierto día, uno de los guardianes del shogun se acercó a Tajima-no-kami y le pidió que le enseñara. El maestro dijo:
- Según veo, ya eres maestro de la espada. Dime, te ruego, a qué escuela perteneces, antes de que entremos en una relación de maestro y discípulo.-
El guardián contestó:
- Me avergüenza confesar que jamás aprendí el arte.-
- ¿Te burlas de mí? Soy el maestro del venerable shogun y sé que mi ojo no me engaña.-
- Lamento ofender tu honor, pero la verdad es que no tengo ningún conocimiento del arte.-
Frente a esta respuesta negativa, el maestro vaciló un momento; al final dijo:
- Si tú lo dices, así será. Pero seguramente eres maestro de alguna otra disciplina, aunque no logro ver cuál es.-
- Como insistes en ello, te lo diré. Hay una sola cosa de la cual puedo considerarme maestro consumado. Cuando aún era muchacho, se me ocurrió que, siendo Samurai, no debía temer a la muerte en ningún caso y desde entonces -ya hace algunos años- he luchado continuamente con la cuestión de la muerte, hasta que ha dejado de preocuparme. ¿Tal vez será esto lo que señalas?-
-Exactamente -exclamó Tajima-no-kami- esto es. Me alegro de que mi juicio haya sido acertado, pues el último secreto del arte de la espada reside también en estar liberado de la idea de la muerte. A centenares de alumnos les he mostrado esa meta, pero hasta hoy ninguno ha alcanzado el grado supremo en el arte de la espada. Tú no necesitas ningún ejercicio, ya eres maestro.-
Eugen Herrigel, "Zen en el arte del tiro con arco", 1968
El guardián contestó:
- Me avergüenza confesar que jamás aprendí el arte.-
- ¿Te burlas de mí? Soy el maestro del venerable shogun y sé que mi ojo no me engaña.-
- Lamento ofender tu honor, pero la verdad es que no tengo ningún conocimiento del arte.-
Frente a esta respuesta negativa, el maestro vaciló un momento; al final dijo:
- Si tú lo dices, así será. Pero seguramente eres maestro de alguna otra disciplina, aunque no logro ver cuál es.-
- Como insistes en ello, te lo diré. Hay una sola cosa de la cual puedo considerarme maestro consumado. Cuando aún era muchacho, se me ocurrió que, siendo Samurai, no debía temer a la muerte en ningún caso y desde entonces -ya hace algunos años- he luchado continuamente con la cuestión de la muerte, hasta que ha dejado de preocuparme. ¿Tal vez será esto lo que señalas?-
-Exactamente -exclamó Tajima-no-kami- esto es. Me alegro de que mi juicio haya sido acertado, pues el último secreto del arte de la espada reside también en estar liberado de la idea de la muerte. A centenares de alumnos les he mostrado esa meta, pero hasta hoy ninguno ha alcanzado el grado supremo en el arte de la espada. Tú no necesitas ningún ejercicio, ya eres maestro.-
Eugen Herrigel, "Zen en el arte del tiro con arco", 1968